Hace algunos meses publicamos una nota en la que comenzábamos a adentrarnos en los conceptos de delegar y tercerizar. Hoy los abordaremos más en detalle para entender en qué se parecen, en qué se diferencian y cuál es la elección correcta para cada caso.

 

Ambas tienen algunas cosas en común:

  • Como principal objetivo buscan optimizar recursos y liberar tiempo para concentrarse en actividades estratégicas
  • Implican confiar una parte del trabajo a otrxs
  • Requieren de tiempo (para selección, capacitación y/o entrega de información a quien se le delega o terceriza un proceso)

 

La principal diferencia entre ellos es que delegar requiere que unx sepa de lo que necesita que otrx haga, y tercerizar nace de la premisa de que otrx sabe más que unx acerca de lo que hará.

 

Hablemos de delegar

 

Un ejemplo clásico de esta acción puede tratarse de la incorporación de una persona al equipo para que se ocupe de la atención a clientes. 

Cuando delegamos, lo que hacemos es traspasar procesos que conocemos minuciosamente y sabemos llevar a cabo, pero que no es rentable -ni por tiempo ni por dinero- que lo sigamos haciendo nosotrxs.

Lo más beneficioso en el caso de delegar es que nos obliga a robustecer los sistemas de nuestra empresa, ya que no se debería delegar aquello que no está procedimentado. El hecho de desarrollar estos procesos nos permitirá, desde un enfoque estratégico, detectar oportunidades de mejora antes de traspasar ese sistema a otrx.

Como principal contrapartida, delegar requiere de la inversión de tiempo y esfuerzo en la capacitación de quien se incorporará al equipo, lo cual dependerá del conocimiento previo y experiencia en tareas similares de esa persona. Además, implica sumar un costo económico fijo a la empresa, por lo que tenemos que determinar antes con mucha minuciosidad el retorno que esa inversión que hagamos tendrá en la estructura.

 

Y ahora, hablemos de tercerizar

 

Un caso muy claro de tercerizar es la elección de un contador: del otro lado hay unx profesional expertx en un tema del que no sería eficiente que nos ocupemos, ya sea porque tendríamos que adquirir muchísimo conocimiento o porque -en este ejemplo puntual- el/ella tiene una matrícula que le habilita a hacer cosas que no podríamos, como firmar una certificación de fondos o un balance.

Lo mejor de tercerizar es que evita procesos de selección y capacitación interna, permitiendo una ejecución más rápida. Además, es una acción que puede responder a las necesidades cambiantes del negocio sin comprometer recursos internos, evitando contrataciones si la necesidad que tenemos tiene un momento de inicio y uno de fin.

Sin embargo, la tercerización puede implicar una pérdida parcial del control sobre el proceso y la comunicación con proveedores externos, ya que la gestión de las tareas se adecuará al 100% a la dinámica del profesional o prestador de servicio en cuestión.

 

Sin importar si optas por la delegación o la tercerización en tu negocio, es esencial establecer objetivos claros para medir la eficacia y definir reglas de juego precisas desde el principio. Ambos enfoques tienen el potencial de liberar tiempo y mejorar la ejecución de tareas, pero requerirán inversión inicial de tiempo y esfuerzo por parte de quienes los implementen para asegurar el éxito. La clave está en encontrar el equilibrio adecuado que se adapte a las necesidades y recursos de tu empresa.